27 de enero de 2014

No hay tiempo que perder - Parte II

No termina de cerrarse la puerta cuando caemos a la cama abrazados, besándonos, comiéndonos.
Ruedo hacia un lado para que Diana quede sobre mí. Veo su rostro completo y solo pienso en cuanto me gusta. Sus ojos, su cabello, sus labios…cada parte de ella me vuelve loco.
Sus ojos, no su mirada, me hipnotizan y al mismo tiempo encuentro en ellos algo que no puedo explicar pero que llenan algo en mi torcida vida. Su cabello rojo y el color almendra de su piel, sus piernas fuertes y sus senos. Un conjunto irrepetible e inigualable. Único. Y yo, el hombre más afortunado.
Pero ahora solo quiero besar sus labios. No quiero pensar en más. Me tomo unos segundos mirándola…
» ¿Pasa algo? –Pregunta Diana, ladeando un poco la cabeza.
» No, no pasa nada. –Y una sonrisa que intenta solucionar todo aparece en mi rostro.
» ¿En qué piensas? ¿En lo que sucedió hace un momento?
» Para nada. Solo me perdiste un instante. – Y con esa respuesta quiero evadir el tema. Quiero sacar del juego todo lo que no pertenezca a las reglas.

Ruedo de nuevo hacia un lado para que ahora sea yo quien este arriba. Miro sus ojos y acaricio sus cejas para después perderme en su boca, sus dulces besos, que me hacen olvidar mi soledad.
Me bajo de ella, pongo mi brazo izquierdo detrás de su cabeza, me recuesto a su lado y coloco mi mano derecha sobre cintura. Así puedo ver todo su cuerpo y puedo besarla a mi antojo.
Al contrario de lo que paso abajo, en las escaleras, quiero llevar la fiesta tranquila y no quiero volver a perder el control de la misma manera.
Beso su boca apasionadamente hasta quedarme sin aliento, una y otra vez. Paso de su boca a su oreja mordiendo y jalando el lóbulo suavemente; comienzo a besar su cuello yendo a su hombro. Mordiendo y besando. Regreso a su cuello y busco de nuevo su boca.
La mano que tengo libre se abre camino bajo su blusa y recorre su abdomen acariciando suavemente al rededor de su ombligo; haciendo círculos con el dedo índice subiendo poco a poco para encontrar sus senos aprisionados por el sostén.

Diana por su parte, no para de besarme en la boca y el cuello y sus manos se pierden en mi cabello y  bajan a mi pecho y pasan a mi espalda y de pronto me abraza con todas sus fuerzas, oprimiendome contra su cuerpo.
Y cuando siente que mis dedos están juguetones dentro de su sostén se apresura a sacarme la playera para después hacer lo mismo con su blusa y desabrochar su sostén esperando que yo descubra lo que hay debajo de él.
» ¿Asi esta mejor? –dice con una sonrisa coqueta.
» Sí ...

Y beso a beso voy de su boca a su cuello y de este a encontrarme con sus senos. Sin mover ni un centímetro la prenda beso la parte superior de su seno izquierdo y voy rodeando hacia la parte de abajo de su axila, lamiendo de ida y soplando un poco de regreso para ver que su piel se eriza. Repito con su seno derecho y solo después de eso comienzo a sacarle la prenda poco a poco para descubrir por completo su torso. 
Mi boca ahora se dirige a sus pezones que están duros, los beso, los succiono; los muerdo y los levanto y ella responde con suspiros de placer mientras mi mano a bajado a desabrochar su pantalón para perderla dentro frotando su sexo por encima de su braga.

Diana arquea la espalda al sentir mis dedos entre sus piernas y eso solo me hace enloquecer y el movimiento de mi mano se hace mas rápido y comienzo a sentir la humedad de su rincon. Suspira y jadea trata de cerrar las piernas pero yo no me detengo. Sus pezones siguen apresados alternadamente en mi boca.

Ella me acerca más a su cuerpo y me oprime invitandome a subir de nueva a ella como si sentir mi peso fuera la prueba que la convencerá de que esto es real pero yo aún no deseo subir a ella así que me recuesto y ella es quien sube.

Diana poco a poco baja, de mi boca hacia el centro de mi cuerpo, con besos húmedos que me hacen estremecer. Besa mi pecho, mis pezones  –que sensación tan increíble– baja a mi abdomen donde se detiene y se arrodilla. 

Peina su largo cabello hacia atrás con sus manos y pasa su lengua sobre su labio superior como si saboreara un postre. Desabrocha mi cinturón y mis jeans y comienza a bajarlos dejandome solo la ropa interior y ella hace lo mismo quedando solo con sus húmedas bragas.
Estoy recostado y ella esta arrodillada a la altura de mis pies mostrsndome su perfecto cuerpo motivando a irme sobre ella. Me levanto o al menos eso intento hasta que ella me detiene y me vuelve a tirar.Mi miembro esta completamente erecto y verla arrodillada sobre la cama es fascinante y ya no puedo esperar para poseerla por completo pero el control lo tiene ahora ella.
Y con una sonrisa lleva sus manos a mi cintura y acerca su cara a mi miembro y de un rápido movimiento se deshace de mi bóxer solo lo suficiente para que mi dura asta quede a unos centimetros de su boca.
Lo besa y con sus manos lo aprisiona, duele un poco pero se siente bien al mismo tiempo y, como si pudiera permiso me mira a los ojos y lo lleva dentro de su boca.
Lo besa, lo succiona y el movimiento de sus manos –de arriba a abjo– me hace estremecer y empiezo con un ligero vaivén dentro de su boca. No le molesta pero quiere que lo haga a su ritmo, no tan intenso, pero ya no puedo resistir más; es hora de penetrarla.

Rapidamente me levanto y con mucha destreza la recuesto y le saco la braga que es lo único que se interpone a mi propósito. La vista es única y me hace enloquecer aun mas, separo sus piernas y unido mi cara entre ellas, lamiendo su sexo y sus jugos. Preparandola. Sus gemidos me indican que es hora y sin aviso pongo mi miembro dentro de ella, undiendolo sin compasión,  no hay tiempo para eso
.....


No hay tiempo que perder



De inmediato pedimos una habitación. No hay tiempo que perder porque nuestras vidas no lo permiten.
Nos entregan las llaves de la habitación 35 que se encuentra en el tercer piso.
—Escaleras o por el elevador. –La pregunta es tonta porque sé cuál es la respuesta.
—Escaleras. Es obvio. –Contesta Diana con una sonrisa llena de picardía.
Subimos por las escaleras aprovechando cada oportunidad para besarnos y tocarnos.
Primer piso…
Segundo piso…
Y en el descanso de las escaleras antes de llegar al tercer piso la tomo de la mano izquierda y la llevo detrás de su espalda, la empujo contra la pared atrapándola con mi cuerpo detrás del suyo.
No pone resistencia.
Beso su nuca, detrás de su oreja y deslizo mis labios a su cuello. Comienzo a besar su espalda…
Le robo un suspiro. Su cuerpo está caliente.
Con la mano que tengo libre acaricio su cintura, su abdomen. Sus piernas. Y emprendo el viaje hacia su entrepierna con mis dedos inquietos.
No hay resistencia alguna. Incluso abre un poco las piernas para facilitar mi tarea.
Puedo escuchar un ligero gemido de placer…
Sigo besando su espalda y su cuello. El edificio parece estar desierto. Mis dedos no paran de deslizarse sobre su sexo y la imagen de los que estamos haciendo me está volviendo loco. Mi mente comienza a bloquearse al mundo…
Solo quiero estar con ella…
No quiero nada más…
En este momento…
Ella es mía…
El mundo ha dejado de existir…
Y su mano izquierda, aprisionada, es dirigida hacia mi asta atrapada dentro de mi ropa. Solo la guío, no hago más. Simplemente la puse sobre mi caliente órgano pero ella se encarga de llegar a él. Desliza el cierre del pantalón hacia abajo y con mucha destreza alcanza mi pene.
Sus manos son cálidas y suaves.
Se siente maravilloso. Un escalofrió recorre mi espina dorsal yendo de abajo hacia arriba. Mis piernas se sienten desvanecer por un instante y Diana no se detiene.
Moviendo su mano, acariciando mi pene. Mis dedos jugando con su sexo húmedo… En un espacio público… Ser atrapados en cualquier momento…
Es demasiado para mi cerebro.
Nuestra respiración entrecortada empieza a sincronizarse en un solo sonido y nuestros cuerpos piden juntarse más y más. Mi corazón late rápidamente y ansió probar sus jugos…
Llevo mis manos al frente de su cintura y desabrocho su pantalón.
Quiero quitárselo. Arrancar sus bragas y perderme en ese exclusivo rincón de su cuerpo. Pero algo pasa…
No sé qué sucede…
Su pantalón no cede…
No cae…
Jalo hacia abajo pero…
—Basta. Aquí no….
Sigo intentando…
—Aquí no…
Sus pantalones no ceden…
— ¡POR FAVOR!… Basta…
Intento de nuevo pero ahora escucho un sonido distante o más bien algo que parece un susurro…
— ¡Alto! Por favor… basta…
Una vez más…
Pero el susurro se escucha más claro pero aun no puedo entenderlo.
—Bas…ta…por…favor…
De repente, un dolor en mis genitales me hace pausar mi labor  y el lejano susurro se escucha claro y puedo comprender lo que dice:
—De…ten…te…
Por desgracia el dolor me hace volver a la realidad y darme cuenta de lo que estoy haciendo;  no es bueno. Diana pellizcó mis testiculos para detenerme y aunque no se siente tan mal sigue doliendo y solo escucho sus palabras.
—Basta… Aquí no…
Como pude hacer esto. En qué momento me perdí. Mi trance me hizo olvidarme del escenario pero aun quiero estar con ella.
—Subamos. –no puedo decir más, es todo lo que se me ocurre.
Lo digo mientras la volteo para mirarla a los ojos. Diana sencillamente asiente con la cabeza y subimos un poco apenados pero con más ganas de amarnos.

Parte II
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