27 de enero de 2014

No hay tiempo que perder



De inmediato pedimos una habitación. No hay tiempo que perder porque nuestras vidas no lo permiten.
Nos entregan las llaves de la habitación 35 que se encuentra en el tercer piso.
—Escaleras o por el elevador. –La pregunta es tonta porque sé cuál es la respuesta.
—Escaleras. Es obvio. –Contesta Diana con una sonrisa llena de picardía.
Subimos por las escaleras aprovechando cada oportunidad para besarnos y tocarnos.
Primer piso…
Segundo piso…
Y en el descanso de las escaleras antes de llegar al tercer piso la tomo de la mano izquierda y la llevo detrás de su espalda, la empujo contra la pared atrapándola con mi cuerpo detrás del suyo.
No pone resistencia.
Beso su nuca, detrás de su oreja y deslizo mis labios a su cuello. Comienzo a besar su espalda…
Le robo un suspiro. Su cuerpo está caliente.
Con la mano que tengo libre acaricio su cintura, su abdomen. Sus piernas. Y emprendo el viaje hacia su entrepierna con mis dedos inquietos.
No hay resistencia alguna. Incluso abre un poco las piernas para facilitar mi tarea.
Puedo escuchar un ligero gemido de placer…
Sigo besando su espalda y su cuello. El edificio parece estar desierto. Mis dedos no paran de deslizarse sobre su sexo y la imagen de los que estamos haciendo me está volviendo loco. Mi mente comienza a bloquearse al mundo…
Solo quiero estar con ella…
No quiero nada más…
En este momento…
Ella es mía…
El mundo ha dejado de existir…
Y su mano izquierda, aprisionada, es dirigida hacia mi asta atrapada dentro de mi ropa. Solo la guío, no hago más. Simplemente la puse sobre mi caliente órgano pero ella se encarga de llegar a él. Desliza el cierre del pantalón hacia abajo y con mucha destreza alcanza mi pene.
Sus manos son cálidas y suaves.
Se siente maravilloso. Un escalofrió recorre mi espina dorsal yendo de abajo hacia arriba. Mis piernas se sienten desvanecer por un instante y Diana no se detiene.
Moviendo su mano, acariciando mi pene. Mis dedos jugando con su sexo húmedo… En un espacio público… Ser atrapados en cualquier momento…
Es demasiado para mi cerebro.
Nuestra respiración entrecortada empieza a sincronizarse en un solo sonido y nuestros cuerpos piden juntarse más y más. Mi corazón late rápidamente y ansió probar sus jugos…
Llevo mis manos al frente de su cintura y desabrocho su pantalón.
Quiero quitárselo. Arrancar sus bragas y perderme en ese exclusivo rincón de su cuerpo. Pero algo pasa…
No sé qué sucede…
Su pantalón no cede…
No cae…
Jalo hacia abajo pero…
—Basta. Aquí no….
Sigo intentando…
—Aquí no…
Sus pantalones no ceden…
— ¡POR FAVOR!… Basta…
Intento de nuevo pero ahora escucho un sonido distante o más bien algo que parece un susurro…
— ¡Alto! Por favor… basta…
Una vez más…
Pero el susurro se escucha más claro pero aun no puedo entenderlo.
—Bas…ta…por…favor…
De repente, un dolor en mis genitales me hace pausar mi labor  y el lejano susurro se escucha claro y puedo comprender lo que dice:
—De…ten…te…
Por desgracia el dolor me hace volver a la realidad y darme cuenta de lo que estoy haciendo;  no es bueno. Diana pellizcó mis testiculos para detenerme y aunque no se siente tan mal sigue doliendo y solo escucho sus palabras.
—Basta… Aquí no…
Como pude hacer esto. En qué momento me perdí. Mi trance me hizo olvidarme del escenario pero aun quiero estar con ella.
—Subamos. –no puedo decir más, es todo lo que se me ocurre.
Lo digo mientras la volteo para mirarla a los ojos. Diana sencillamente asiente con la cabeza y subimos un poco apenados pero con más ganas de amarnos.

Parte II

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...